Joan Grané: Este verano me puse el reto de estudiar algo complejo, que se saliera un poco de mis conocimientos. Encontré un curso en Harvard, en inglés, sobre inversión en sostenibilidad. Estudiando en ESADE me ha despertado mucha curiosidad por el mundo de la sostenibilidad, y me parecía como dos conceptos contradictorios: el hecho de invertir y ganar dinero versus la sostenibilidad. ¿Crees que las dos cosas son compatibles?
ChatGPT: Es una reflexión muy interesante, y entiendo perfectamente por qué te parece contradictorio al principio. Tradicionalmente, la inversión se ha visto como un medio para maximizar ganancias, a menudo sin considerar el impacto ambiental o social. Sin embargo, la inversión sostenible busca precisamente romper con esa dicotomía. La idea es que las empresas y los fondos que integran criterios de sostenibilidad a largo plazo no solo pueden ser rentables, sino que además pueden reducir riesgos asociados con cuestiones como el cambio climático o la gobernanza deficiente.
Por ejemplo, las empresas que innovan en eficiencia energética o que gestionan bien sus relaciones laborales suelen estar mejor posicionadas para el futuro. Así, la inversión en sostenibilidad no es solo una cuestión ética, sino también estratégica. De hecho, muchos estudios sugieren que las empresas con buenos indicadores ESG tienden a tener un mejor rendimiento financiero a largo plazo. ¿Te parece que podrías llegar a ver la inversión y la sostenibilidad como dos caras de la misma moneda?
La inversión en empresas sostenibles es una estrategia que puede dar beneficios a largo plazo, pero mucha gente se dedica a la inversión a corto plazo. En un mundo donde lo que importa es el rendimiento del dinero ya, no veo que sea compatible. Probablemente una empresa que cuide el medio ambiente, la sociedad y la cultura empresarial se convertirá en una buena apuesta de futuro, pero no para una inversión a corto plazo y mucho menos para los traders que se dedican al intradía.
Tienes toda la razón, y este es uno de los grandes debates dentro del mundo de la inversión sostenible. El enfoque a corto plazo, que domina gran parte del mercado financiero, se centra en obtener ganancias rápidas, lo que puede ser difícil de alinear con estrategias sostenibles que requieren tiempo para mostrar sus resultados.
Sin embargo, algo interesante está ocurriendo: la presión de los inversores a largo plazo, como los fondos de pensiones y las grandes instituciones, está empezando a cambiar las reglas del juego. Estos actores están cada vez más interesados en mitigar riesgos a largo plazo, como los relacionados con el cambio climático, y están impulsando a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles. Esto está creando un entorno donde, aunque los beneficios pueden tardar más en materializarse, la sostenibilidad empieza a ser vista como una parte integral de la estrategia empresarial.
Claro que, para los traders que se enfocan en el intradía, este tipo de inversiones no siempre tienen sentido. Pero ahí es donde el mercado ofrece diferentes productos financieros, como los ETF de sostenibilidad, que permiten a los inversores participar en este movimiento sin comprometer la liquidez. ¿Crees que podría haber un cambio en la mentalidad de los inversores hacia un enfoque más a largo plazo, o piensas que la cultura del "dinero rápido" seguirá predominando?
Creo que no. Creo que la gente que se dedica a la inversión a corto plazo no va a cambiar a largo plazo. Sí es verdad que posiblemente muchas empresas, con los años, voluntaria o por presión social, tendrán medidas de sostenibilidad y ESG, con lo cual obviamente algún día en el corto plazo se invertirá en ese tipo de empresas, pero no lo harán porque sean empresas sostenibles, sino porque serán empresas rentables.
Es una visión bastante realista y, de hecho, refleja cómo funcionan muchos mercados. La motivación principal para los inversores a corto plazo es maximizar el rendimiento de su dinero en el menor tiempo posible, por lo que las decisiones se basan en datos inmediatos y oportunidades rápidas.
Lo interesante es que, como mencionas, si la sostenibilidad se convierte en un factor que impulsa la rentabilidad, incluso los traders a corto plazo podrían verse atraídos por estas empresas, no por sus valores sostenibles, sino por su desempeño financiero. Esto crea un ciclo en el que la sostenibilidad puede ser una ventaja competitiva en todos los horizontes de inversión.
En última instancia, aunque el cambio hacia un enfoque más sostenible pueda parecer lento o impulsado por las exigencias del mercado, puede que no importe tanto el "por qué" se hace, sino que finalmente se haga. Es un enfoque pragmático, pero que podría tener efectos positivos. ¿Crees que es suficiente con que las empresas sean sostenibles por rentabilidad, aunque no sea por convicción?
Creo que es importante que, al final, se haga. Sería ideal que las personas que están detrás de las empresas lo hicieran por convicción y porque creen que realmente aporta valor a su empresa. Aunque habrá muchas que lo harán por una cuestión de obligación, sea legal o porque la sociedad las empuje a implementar ESG en sus empresas. Y hablando de ESG, ¿qué crees que es lo primero que una empresa implementa? ¿La sostenibilidad pensando en el medio ambiente, la sociedad, o la gobernanza y cultura empresarial? ¿Cuál es la primera de las tres en la que una empresa debería centrarse? ¿Una mirada hacia dentro o hacia fuera?
Es un dilema interesante, y la respuesta puede variar según la empresa y el sector en el que opere. Sin embargo, en general, muchas empresas tienden a enfocarse primero en la gobernanza y cultura empresarial. Esto tiene sentido porque una buena gobernanza es la base sobre la cual se pueden construir prácticas sostenibles y responsables. Una empresa con una estructura de gobernanza sólida, que incluye una cultura ética y un liderazgo comprometido, está mejor posicionada para implementar cambios en las áreas de sostenibilidad ambiental y responsabilidad social.
La gobernanza establece los sistemas, políticas y procedimientos que guían cómo se toman las decisiones y cómo se asegura el cumplimiento de las normativas. Esto incluye desde la transparencia en la toma de decisiones hasta la gestión de riesgos. Cuando estos aspectos están bien alineados, la empresa puede abordar de manera más efectiva los desafíos ambientales y sociales.
En segundo lugar, muchas empresas empiezan a trabajar en sostenibilidad ambiental, ya que las presiones regulatorias y de los consumidores en este ámbito son cada vez mayores. Además, las iniciativas medioambientales a menudo pueden generar ahorros en costos, como la eficiencia energética o la reducción de residuos, lo que tiene un impacto directo en los resultados financieros.
Finalmente, la responsabilidad social es un área donde las empresas suelen invertir, ya que tiene un impacto más directo en su relación con las comunidades y clientes. Esto puede incluir desde políticas de inclusión y diversidad hasta programas de impacto social en las comunidades donde operan.
Entonces, aunque cada empresa es diferente, comenzar por mirar hacia adentro, en la gobernanza, suele ser el primer paso lógico antes de extender esos esfuerzos hacia el exterior, en la sostenibilidad y la responsabilidad social.
¿Piensas que este enfoque secuencial tiene sentido o que las empresas deberían abordar todos estos aspectos simultáneamente?
Me parece una muy buena estrategia porque, en realidad, creo que intentar implementar todo a la vez puede ser muy impostado y probablemente prácticamente imposible. Sería una estrategia muy holística, pero si realmente el equipo no está comprometido y no está a gusto, no podrá centrarse en mirar hacia afuera. Siempre el ser humano primero se preocupa de sí mismo antes de preocuparse del resto de personas y menos aún de la naturaleza. No sé si incluso primero nos preocuparía... Bueno, claro, es verdad que afectan las regulaciones institucionales, pero si no fuese por esto, yo creo que primero nos preocuparíamos de la sociedad antes que del medio ambiente. Al final, la sociedad no deja de ser nuestra familia y nuestros amigos.
Es una observación muy perspicaz. El enfoque gradual que mencionas tiene mucho sentido porque, como bien dices, si el equipo dentro de la empresa no está comprometido ni alineado con los valores de sostenibilidad, cualquier intento de implementar prácticas ESG de manera simultánea podría resultar forzado o superficial. La idea de construir una base sólida en la gobernanza y la cultura empresarial, donde el equipo realmente esté a gusto y comprometido, es esencial para que los esfuerzos hacia la sostenibilidad externa sean auténticos y efectivos.
Es cierto que, en ausencia de regulaciones, la prioridad natural de muchas personas y empresas podría ser primero la sociedad, por esa conexión directa que tenemos con nuestro entorno más cercano: nuestras familias, amigos y comunidades. El medio ambiente, aunque vital, puede parecer más abstracto o lejano en comparación con los problemas sociales inmediatos que enfrentamos. Por eso, muchas veces se ve que las iniciativas sociales, como programas de bienestar para empleados o acciones comunitarias, son las primeras en implementarse, seguidas de esfuerzos ambientales.
Esto también plantea una reflexión interesante sobre cómo las regulaciones y las presiones externas pueden ser necesarias para equilibrar estas prioridades, asegurando que el medio ambiente no quede relegado solo por ser una preocupación menos inmediata.
¿Crees que en el futuro veremos un equilibrio natural entre estas tres áreas de ESG, o piensas que siempre necesitaremos una cierta presión externa para garantizar que todas reciban la atención que merecen?
No confío lo suficiente en los humanos como para que cambien sus prioridades sin una regulación externa. Por un lado, las empresas que cotizan en bolsa, donde la dirección se debe a resultados trimestrales y al valor de las acciones, no se preocuparán por las ESG si no hay imposiciones externas. Lo veo prácticamente imposible. Igual que muchas empresas de capital privado, que al final lo que quieren es sacar rédito de su inversión inicial y su esfuerzo, y no generalizo ni mucho menos, pero obviamente hay muchas que sin obligaciones nunca se preocuparían de esto. Incluso creo que algunas, ni siquiera con obligaciones, lo van a hacer de verdad.
Entiendo perfectamente tu escepticismo, y es una perspectiva compartida por muchas personas que observan cómo funcionan los mercados y las empresas. La realidad es que el sistema económico actual, especialmente en las empresas que cotizan en bolsa, está fuertemente orientado hacia el corto plazo. Los directivos suelen estar bajo la presión constante de mostrar resultados financieros positivos en cada trimestre, y esto, sin duda, puede chocar con la implementación de estrategias sostenibles que requieren tiempo para mostrar su impacto.
Además, como mencionas, incluso con regulaciones, siempre existirá el riesgo de que algunas empresas opten por el camino de "cumplir con lo mínimo", haciendo solo lo necesario para evitar sanciones sin un verdadero compromiso con la sostenibilidad. Esto puede llevar a prácticas como el greenwashing, donde las empresas presentan una imagen de responsabilidad ambiental o social sin realmente hacer cambios significativos.
Por eso, el papel de las regulaciones es crucial, pero también lo es la vigilancia y la presión de los consumidores, inversores responsables y ONGs, que pueden actuar como contrapesos importantes. Sin embargo, lograr un cambio genuino en las prioridades empresariales probablemente requerirá un enfoque combinado de regulación, educación y una evolución en la cultura corporativa.
¿Piensas que podríamos llegar a un punto donde las empresas que realmente se preocupan por la sostenibilidad tendrán una ventaja competitiva significativa frente a aquellas que solo cumplen con lo mínimo?
Esto lo vamos a decidir las personas. Al final, nosotros tenemos la libertad de escoger dónde compramos la fruta, de temporada o no; qué alimentos consumimos, de kilómetro 0 o no; qué casa compramos, si una casa sostenible o no; qué ropa compramos, fabricada de forma ética o no; y con qué medio de transporte viajamos, más o menos contaminante. Con lo cual, al final, el comportamiento de la sociedad va a hacer que las empresas adapten su actitud, tanto porque el equipo directivo crea en ello o, como hemos dicho, porque las personas las induzcan a ello. Al final, creo que todos tenemos en nuestra mano que esto cambie y que la ESG sea una prioridad.
Exactamente, y esa es la clave: el poder de decisión que tenemos como individuos y consumidores. Cada elección que hacemos envía un mensaje al mercado, y cuando estas decisiones se suman colectivamente, pueden tener un impacto significativo. Si más personas empiezan a priorizar productos y servicios que respetan criterios ESG, las empresas no tendrán más remedio que adaptarse, ya sea por convicción o por necesidad de mantenerse competitivas.
Además, esta demanda por parte de los consumidores también puede influir en los inversores, que verán oportunidades de crecimiento en empresas que realmente se alinean con estos valores. Esto crea un ciclo virtuoso donde el cambio impulsado por las personas lleva a un cambio en las empresas, y viceversa.
Es un recordatorio de que, aunque el cambio estructural y la regulación son importantes, el verdadero motor del cambio reside en la sociedad y en las decisiones cotidianas que tomamos todos. Así que, aunque pueda parecer que nuestras acciones individuales no tienen mucho peso, cuando se suman, pueden ser el catalizador para que la sostenibilidad y las ESG se conviertan en la norma y no en la excepción.
¿Te sientes al ser parte de este cambio?
¿Te motiva pensar que tus decisiones cotidianas pueden contribuir a un futuro más sostenible?
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